Soy Christian

August 12, 2014

3:40

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¡Hola! Me llamo Christian. Jamás pensé que yo alguna vez estaría participando en la obra misionera. Pensaba que era mejor dejar esas cosas para los profesionales.

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¡Hola! Me llamo Christian. Jamás pensé que yo alguna vez estaría participando en la obra misionera. Pensaba que era mejor dejar esas cosas para los profesionales. Soy de Norteamérica, y en mi ciudad había una iglesia en casi cada esquina. Yo no tenía ninguna base para pensar que sería diferente en el resto del mundo.

Recién cuando hice un viaje de misiones a corto plazo con Envision, me di cuenta que no todos tienen el mismo acceso al evangelio, que nosotros tenemos el privilegio de tener.

No tardé mucho para quedarme enamorado del lugar—la música, la comida, la cultura—pero sobre todo, la gente. Ellos eran muy parecidos a ti y a mí. Tenían planes para el futuro; valoraban la familia y la educación, y también les gustaba divertirse.

*Pero yo no podía pasar por alto la necesidad urgente. No puedo explicar lo quebrantado que estaba todo en mi alrededor. Había la pobreza física del agua contaminada y la desnutrición. Pero había también la pobreza espiritual de no tener absolutamente ninguna esperanza.

Me quedé profundamente conmovido.

Si alguien tocara puertas en los Estados Unidos, tendría que intentar como seis veces antes de encontrar una persona que le pudiera explicar cómo tener una relación con Jesús. En lugares como la Europa posmoderna, ese número es más cerca de una puerta entre 500. Y en las partes del mundo donde no hay ningún acceso al evangelio, la cifra increíble es de ¡una puerta entre 30,000!

Comencé a darme cuenta que había tomado por sentado mi privilegio de acceso al evangelio. Jamás había pensado en esta “división de acceso” que recién había observado, y sentía cada vez más la obligación de llevar este acceso a personas perdidas perdidas en un sistema religioso que ata a las personas en la sumisión; perdidas en la discordia entre deidades e ídolos; perdidas en la creencia que estamos solos en este mundo, que la iluminación humana es el camino a la verdad, y que nuestras propias obras determinarán si llegaremos al cielo o no.

La Biblia dice en Romanos capítulo 10, “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?”

*Me pregunto ¿cómo sería este lugar si se pudiera declarar públicamente el nombre de Jesús? ¿Y si estas personas de veras entendieran lo que Él hizo por ellos, y por qué lo hizo?

Para mí, eso fue el colmo. Me quedé tan conmovido por la gracia que había recibido por mi propia salvación que me quedé convencido que tenía que compartir esa misma gracia con los que no tienen ningún acceso a ello. Muchos de nosotros comparten el mismo llamado para enviar obreros a los campos de cosecha. Pero mi familia y yo fuimos llamados para ir.

Hemos dejado nuestros amigos y familiares y carreras, y ahora estamos estudiando el idioma en un país donde puede ser peligroso hablar abiertamente de Jesús, es decir, hasta no haber ganado la confianza de los que nos rodean. Hacemos mucho más que simplemente declarar el mensaje del evangelio. Lo estamos viviendo por nuestras acciones al servir a nuestra comunidad. De otra manera, no podríamos hablar en maneras en que ellos de veras nos escuchen.

Pasamos nuestro tiempo formando amistades con nuestros vecinos, para que ellos comiencen a preguntar la razón de nuestra esperanza. Y por supuesto, ¡tendremos mucho gusto en contárselo!

Así que, ¡aquí estamos! Y saben,—hay muchos más en La Alianza que están dispuestos a responder al llamado, así como lo hemos hecho nosotros, para crear acceso al evangelio en lugares donde no se conoce el Nombre de Jesús.

Yo soy Christian, y ésta es mi historia.

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